INFRACTORES



Yo le aclaré que eran solo unos minutos mientras besaba la cruz tatuada en mi pecho, pero empezó a desvestirse. Se quitó la camisa, se iba desprendiendo su cinturón y mis manos detuvieron las suyas. Me las agarró con fuerza y me las llevó a su pecho haciendo círculos sobre el, fuertes, suaves, excitantes. Pasó mis manos por su abdomen, conduciéndolas con las suyas. Duro, irrompible, montañas sin escalar. Se detuvo en su botón del pantalón, una vez que terminó de desprender su cinturón. Fue soltando cada uno de los cuatro botones que vestían su pelvis. Los soltó y el pantalón suavemente comenzó a caer, pasó sus rodillas y llegó hasta el piso. Su bóxer quedó expuesto a mis dedos que recorrieron su cintura y desvistieron su cuerpo por completo. Beso tras beso recorriendo su cuerpo, su sexo. Mis dedos erizando su piel, su lengua erizando la mia, con calma, dueña de mi completo placer.
Yo le aclaré que eran solo unos minutos pero esos besos nos convertían en vulnerables pecadores, inmorales infractores del tiempo.

© Juan.

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