NO ME DESPIERTES


Entre tantas cosas que nos dimos, nos faltaron otras que se quedaron esperándonos en aquella esquina, la misma en la que nos dimos el primer beso, esa noche que hoy, la veo y la siento tan lejos. Esa cosquilla en el estómago cuando ya volvía a casa, con el sabor de tus besos en mis labios, con tus manos pequeñas aún acariciándome el rostro, o metiéndolas en mis bolsillos mientras el frío nos golpeaba. 

Entre tantas cosas nos dimos, nos faltó esperarnos, recibirnos con los brazos abiertos, con un beso de bienvenida, uno de esos que se da la gente que se ama. Nos faltó amor, nos faltó más.

Y aquella esquina que nos marcó, hoy solo es un pasaje hacia el olvido, un pasaje donde todos cruzan, donde todos hacen, construyen y destruyen. Hoy esa esquina no es nada, no significa nada para vos, que la caminás constantemente y... estoy seguro que jamás pensaste en ese beso, cuando pasabas.

¿Te acordarás la primera vez que nos tomamos las manos a escondidas? ¿El primer te quiero? ¿El primer te amo? ¿Acaso recordarás el primer "tengo miedo"?

Y hoy que no estamos juntos, esos miedos acumulados durante años, me persiguen, me asfixian, me inundan. Y no tengo nada, ni fuerzas para luchar contra los fantasmas que me dejó tu último "adiós", entre sábanas blancas, perfumes extraños y caricias escasas de la ternura que nos enamoraba... y es que, quizás, ya no estábamos... ni vos... ni yo.

Me gustaría besarte una vez más, abrazarnos para no soltarnos, acariciarnos, sentirnos como lo hacíamos, como dos personas que se daban la vida. Amaría dejar de contar el tiempo, este tiempo de frío, de ausencia, de almas a la intemperie, rondando por las noches, por calles perdidas de la nada, caminos interminables de soledad.

Quisiera desnudarte y volver a conocer tu cuerpo de memoria, rincón por rincón, caminar todas tus dunas y desparramarme en tu arena, en tu cielo, en tu aire. Dejar que me quites los remiendos que me envuelven hoy, y me hagas sentir tuyo de nuevo, me hagas sentir amado... me hagas sentir. 

Quisiera sentir tu boca en la mía, tus labios recorriendo mi cuerpo y mis labios repartiéndote besos por toda tu figura... y quedarme en tu pecho, ahí, para siempre, dormirme ahí, no despertar más si es que ya te irás.

Que aparezca el silencio; un silencio entre los dos que no precise de razones, de excusas, de motivos; que esté entre nosotros frenando el tiempo.

Que estén los besos de siempre, apasionados... en nuestra cama, en el alma, por el piso... y que después, ni vos ni yo nos hagamos mal. Y dormir, dormir para siempre en vos... y no me despiertes, no pronuncies mi nombre, sólo tómame la mano y hazme sentir que encontré mi paz.

© Juan Manuel Ramos

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